lunes, 29 de agosto de 2011

Dos horas no son un problema

El Gobierno de Madrid ha comenzado el nuevo curso escolar aumentando en dos horas semanales las horas docentes (que no laborales) que deben impartir los profesores de la escuela pública de la comunidad. Y los profesores se quejan y la presidenta dice que trabajan poco. Pero el debate, aunque algunos sólo vean hasta ahí, va más allá. Y el problema, como los propios docentes reconocen, no son dos horas más de enseñanza. El principal problema es que la medida va a dejar sin trabajo a millares de profesores interinos (no quiero especificar, hay demasiado baile de cifras al respecto).
El ejecutivo madrileño se defiende argumentando que el ahorro de la medida, cifrado en 80 millones de euros, hará que no se recorte en otros ámbitos de la enseñanza. Pero el problema es que precisamente la enseñanza es un pilar básico que debería ser intocable. Y más la pública.
El problema es que hace once meses, el gobierno de la Comunidad de Madrid aumentaba las deducciones fiscales para los colegios de pago. Si antes las ayudas sólo iban a familias modestas con hijos en centros privados, Aguirre legisló para beneficiar que familias con rentas más altas también las obtuviesen. Y esto, costó 90 millones, 10 más de lo que se pretende ahorrar ahora.
Y el problema es ver cómo la consejera de educación madrileña, Lucía Figar, reconoce cómo la Comunidad ha regalado dinero y terrenos para beneficio de centros católicos.
El problema no son dos horas más de docencia. El problema es la espeluznante privatización de la educación pública que sufre Madrid.

martes, 16 de agosto de 2011

Los futbolistas dan pena

Los jugadores de fútbol de Primera y Segunda División han dicho basta y han convocado un parón para, en principio, las dos primeras jornadas de Liga. Están en su derecho como trabajadores. Si no les pagan lo que se les debe, tienen el legítimo derecho de protestar. Y si han firmado un contrato por X cantidad, eso debe respetarse.
Los jugadores de la AFE anuncian la huelga.
Aún con todo eso, me ha llamado la atención ver por la televisión a varios jugadores de equipos de Primera diciendo cosas como que no llegaban a fin de mes o que sus padres tenían que ayudarles económicamente. Una pena.
Aun creyendo que tienen derecho de reclamar su dinero, también deben tener la responsabilidad de no aparecer ofreciendo el mismo discurso que podría dar una familia de clase media que, por la crisis, se halla sumida en un drama. Ellos son privilegiados económicamente hablando. Ganan dinero de clubes, de patrocinadores, les regalan coches… Si no llegan a fin de mes, o no han sabido administrarse nada bien (que es posible) o quieren aparecer como más víctimas de lo que realmente son y darnos mucha pena.
Si establecemos comparaciones con otros futbolistas que se dedican a la profesión en exclusividad en 2ª División B o 3ª División o con cualquier trabajador de familia media que se quedan sin cobrar, creo que esas comparaciones van a ser, cuanto menos, odiosas.
Que los clubes paguen lo que firmaron pero que los jugadores no nos vendan una realidad que no es tal. A mí no me dan pena.

sábado, 6 de agosto de 2011

Incongruencias

Muchos criticaron con dureza el pacto entre PSE y PP para otorgar la lehendakaritza a Patxi López y acabar con el mandato de Juan José Ibarretxe. Que izquierda y derecha pactasen para gobernar no era congruente, sostenían. Y, aunque se podían esgrimir argumentos contrarios a esa idea, efectivamente, tenían razón.
Ayer, y aunque con otra buena cantidad de matices en comparación con lo anterior, Martín Garitano, el diputado general de Guipúzcoa por Bildu, ofrecía un pacto al PNV y Aralar para formar una coalición y acudir como una única formación a las elecciones generales del 20 de noviembre y lograr un grupo parlamentario vasco. El partido de la izquierda abertzale ofrecía pactar a uno de la derecha nacionalista. Otro pacto que, con su denominador común, posee su parte incongruente.
En ambos casos, el nacionalismo y el sentimiento de pertenencia parece que va por encima del de modelo de sociedad o del sistema de distribución de la riqueza. Ya ni izquierda, ni derechas, ni arribas, ni abajos.