martes, 8 de noviembre de 2011

Cara a cara que da la espalda

El único cara a cara que se celebrará antes de las Elecciones Generales del 20 de noviembre no aportó nada novedoso a la audiencia pero sí dio la espalda a varios temas actuales y escabrosos de los que los contendientes prefirieron huir.
Comenzando por el final, los primeros sondeos dan como ganador a Mariano Rajoy. Y lo será de las elecciones pero, en lo que al debate se refiere, he de discrepar. Partiendo de la base de que es complicado de establecer quién gana un debate, Rajoy dio la sensación de llevar un discurso semi aprendido de memoria. Y digo semi porque la mitad lo llevaba aprendido y la otra mitad la tuvo que leer. En cambio, Rubalcaba se mostró más seguro y convencido de su discurso. Las losas del candidato socialista fueron las encuestas, que le hicieron actuar más como aspirante que como gobernante. El problema del de Solares no fue la actuación que él hizo, ni tampoco la que hizo Rajoy. Su problema fue la actuación que Zapatero había hecho en la legislatura. Y de ella y de los abrumadores y devastadores datos del paro se valió Rajoy, quien supedito absolutamente todas sus políticas al empleo y el trabajo.
Rubalcaba y Rajoy se saludan al inicio ante Campo Vidal. Foto: La Vanguardia.
Rubalcaba eludió contestar a Rajoy la razón por la que España es el tercer país con más diferencia entre ricos y pobres de la Unión y el popular evitó contestar al socialista sobre los entresijos del programa electoral del PP y las actuaciones concretas que llevarán a cabo.
Aún así, en la mesa faltó algo. En torno a ella, quizá se echaron en falta a más fuerzas políticas. El bipartidismo que se eligió para el debate es el que acaban por elegir los ciudadanos, con el consiguiente fortalecimiento de este modelo de dos, el mayor reparto de los presupuestos del Estado o el de los minutos de cobertura en la radiotelevisión pública. Y también, sobre esa mesa, faltaron temas. Desde hace casi ocho meses lleva el Movimiento 15-M ocupando plazas y portadas de medios. En el cara a cara, ninguna mención. A los grandes partidos no les interesan sus propuestas ni sus quejas. Tampoco se entiende cómo llevamos una legislatura en la que ETA ha sido un arma arrojadiza permanente y que en el debate apenas hubiese una mención (en buenos términos, por cierto). Lo mismo pasa con la corrupción, que ha debido desaparecer de golpe porque nadie dijo nada. Y en cuanto a la política exterior, apenas otra referencia y ya. Vamos, que estaba igual de pactado que el debate iba a ser en la Academia de la Televisión y lo iba a moderar Manuel Campo Vidal que los temas que no se debían tocar.
Quizá un modelo más abierto a otros partidos o a intervenciones periodísticas podría evitar estos problemas.
El cara a cara dio la espalda a importantes temas e ideales políticos. Ganase Alfredo o ganase Mariano, quien perdió fue la ciudadanía crítica.

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