lunes, 9 de abril de 2012

Diagnóstico ideológico

La sanidad debe de estar enferma. Eso dicen, vamos. Pero como ni nuestros políticos se aclaran bien entre ellos, nadie sabe si nuestro sistema sanitario está en la UVI o tiene un simple resfriado. Si en noviembre nos dijeron que no se recortaría, la semana pasada vimos como la partida sanitaria en los Presupuestos Generales del Estado decrecía un 6,8% y en los cuatro últimos días hemos oído de todo: el viernes nos dijeron que habrá reformas; el sábado, que el sistema de salud "está en riesgo vital grave" y no se descarta el copago; ayer, al despertar, nos señalaban que era "absolutamente insostenible", para por la tarde matizar que "no habrá recortes", sólo "ajustes en gastos improductivos"; hoy, a primera hora, nos hablan de algo extraño como la progresividad sin copago, un rato más tarde, ya no es así y la sanidad vuelve a ser gratuita para todos pero, ya por la tarde, envían una nota de prensa para adelantarnos que hay una "racionalización" del gasto.
Porcentaje del PIB destinado a sanidad.
Gasto público sanitario medio por habitante.
A base de infundir la idea, ya sea con unas decimitas o con 40º, uno puede acabar por pensar que la sanidad está mala y tiene fiebre. Y ante eso, pues hay que recortar. Perdón, ajustar. La diferencia de facto es inexistente pero, semánticamente, el término 'recorte' es más demoledor. "A mí ajustarme sí, pero por recortes no paso". En Cataluña, por ejemplo, está funcionando muy bien el eufemismo 'reestructuración del gasto', que lo escuchas y casi te da igual que cierren hospitales: -"Déjales, que están reestructurando el gasto. Yo a éstos les voto".
Si la mentira muchas veces repetida acaba por ser verdad, podríamos estar ante un buen ejemplo. Si en lugar de escuchar el reiterativo diagnóstico gubernamental sobre nuestra sanidad tratamos de poner el termómetro a la misma, veremos como el sistema sanitario público español ni está enfermo, ni es insostenible. Si observamos los gráficos del porcentaje de nuestro PIB destinado a sanidad, vemos como España está a la cola de la Europa de los 15. De igual manera, si analizamos el gasto público por habitante en sanidad, veremos que las diferencias se evidencian y España está muy por detrás de los principales países de la Unión.
La sanidad pública española debe ser universal, de calidad y gratuita para todos, incluso para los que tienen más recursos (si bien, éstos hacen uso mayoritario de la sanidad privada). La progresividad no debe ser específicamente sanitaria y sí, en general, fiscal. El, cada vez más en boca de todos, concepto de 'copago' no es sino otro eufemismo que significa 'repago', pese a que de nuevo en Cataluña, lo llaman 'ticket moderador' (creo que es un término en catalán porque no logro entenderlo por más que me lo proponga). La instalación de este sistema supone establecer un impuesto a la enfermedad y ello, la reducción presupuestaria aprobada en los Presupuestos Generales del Estado o estos nuevos "ajustes", no hacen sino lesionar uno de los pilares del Estado del bienestar que, como tal, debiera ser intocable.
En materia de sanidad, España no ha vivido por encima de sus posibilidades ni de lejos. La retórica de la insostenibilidad no busca exponer un diagnóstico real, sino un diagnóstico ideológico que pretende justificar unos recortes a lo público que benefician a lo privado.

1 comentario:

  1. La entrada ha sido ligeramente editada tras anunciar Rajoy un nuevo recorte, que no estaba incluido en los PGE, de 10.000 millones de euros a la sanidad y la educación, unos minutos después de haber subido el post.

    ResponderEliminar