miércoles, 15 de junio de 2011

Listas abiertas con Parlamento cerrado

Cuando Esperanza Aguirre era investida esta pasada mañana de nuevo como presidenta de la Comunidad de Madrid se acordó muy especialmente en su discurso de los 'Indignados' del Movimiento 15-M, a quienes acabó comparando con un movimiento totalitario. Raro no se hacía que desde la derecha se volviese a criticar, aún con fútiles argumentos, a la gente de Democracia Real Ya. Lo que llamó la atención es que esa apostilla viniese después de decir que ella comparte algunas de las reivindicaciones de los 'Indignados'.
Una de las peticiones en firme del Movimiento es un cambio en la Ley Electoral. Y eso mismo ha propuesto en su discurso Aguirre. Pero lo ha hecho a su manera. A una manera diferente.
Esperanza Aguirre durante su discurso de investidura.
La proposición de tener unas listas abiertas en las que se pueden ordenar o tachar candidatos, aunque dentro de un mismo partido, puede ser positiva de cara a que no sólo el cabeza de lista tenga que esforzarse para ser elegido, sino todos los demás; a que el ciudadano pueda escoger como primera opción al aspirante con el que simpatice más o con quien se sienta más cercano; e incluso podría servir para castigar a los candidatos concretos imputados por causas penales.
Sin embargo, esta modificación de la Ley Electoral, de vestido precioso y cuerpo atractivo, posee también una buena cantidad de maquillaje. La propuesta para la división de la Comunidad Autonómica de Madrid en diversas circunscripciones supone una trampa. Si copiamos el modelo español y convertimos Madrid en un territorio pluricircunscripcional, automáticamente comprobaremos como, insisto, igual que en España, los pequeños partidos perderán representación en favor de los grandes.
Esta modificación no tiene que ser de aprobación general ni se requiere una modificación estatutaria. Basta con que sea aprobada en el nuevo Parlamento madrileño con mayoría cualificada para que esta autonomía se rija por un nuevo sistema dentro de cuatro años.
La propuesta de Aguirre, viendo los resultados del PP en Madrid, tiene un trasfondo evidente: vetar la Asamblea madrileña a los pequeños partidos y consagrar, no ya el bipartidismo, sino lo que es peor, su monopartidismo.

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