martes, 27 de marzo de 2012

Auténticamente Gallardón

A Alberto Ruiz Gallardón le gustan las mujeres “auténticamente mujeres”. A algunos estas palabras no les han gustado, probablemente, porque son un tanto etéreas y su significado es difuso. Sin duda, sonaban más tajantes los gustos de Aznar, que las prefiere “mujer, mujer”.
Gallardón era un centrista y un moderado. Incluso un moderno. Esta apariencia le hizo ganar recelos entre gentes del ala dura de su partido pero simpatías de muchos afiliados, votantes e incluso rivales políticos. Ahora, cuando ha conseguido escalar y llegar a un ministerio, ha adoptado otras maneras. Quizá ahora estemos viendo auténticamente a Gallardón.
El nuevo ministro de justicia insiste una vez más en justificar su reforma de la Ley del aborto con la violencia familiar. Sí, aquella “estructural”. El argumento está cogido con pinzas pero, si tan preocupado está el Gobierno con esta violencia, probablemente deban plantearse el hecho de reinstaurar el Ministerio de Igualdad, con sus leyes contra la discriminación o la violencia hacia las mujeres.
Gallardón, mientras aboga por la “libertad de la maternidad”, se cree en posición de mandar sobre el útero de todas las mujeres. En España, las mujeres nunca han sido más libres que ahora para decidir sobre su maternidad y, si en la mayor parte de Europa aplican la ley de plazos, ahora aquí queremos volver a la de los supuestos. Como hace años, quien tome la nada fácil decisión de abortar, lo seguirá haciendo, pero tendrá que ir al psicólogo y mentirle o, si se lo puede pagar, irse al extranjero.
En España se necesita apoyar la maternidad. Es totalmente cierto y debemos estar de acuerdo. Pero la manera no es poniendo restricciones a la interrupción voluntaria del embarazo. La manera es ayudar a las parejas jóvenes en el alquiler de una vivienda, guarderías públicas, endurecer sanciones a empresas por discriminar a las embarazadas o mejorar los permisos de maternidad y paternidad. Eso es lo que quieren las mujeres (incluso las “auténticamente mujeres” y las “mujeres, mujeres”). Las maneras son ésas y, a buen seguro, no son penalizar el aborto o limitar el permiso de lactancia y la jornada reducida en su Reforma Laboral.
A Gallardón no le importan las mujeres, le importa su carrera. Él se cuidó de ser moderado cuando quiso ascender y ahora ha cambiado de registro, virando a un discurso más conservador, porque le sigue interesando hacerlo. Quizá esté pensando en el primer cambio de Gobierno y en una vicepresidencia. Y quizá también en lo que vendrá detrás. Ahora es auténticamente Gallardón.

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