sábado, 11 de febrero de 2012

Bofetada "extremadamente agresiva"

En septiembre de 2011, el PP predicaba en sus medios oficiales, como en su Twitter o en su web (cuarto párrafo de la noticia), que su pretensión no era abaratar el despido. También lo hicieron González-Pons, Montoro o Sáenz de Santamaría. Mes y medio después de formar gobierno el Partido Popular ha legislado para hacer lo contrario de lo que dijo. Otra vez.
Como Rajoy prefiere tomar decisiones y no recibir órdenes de Bruselas, ha decidido ir por delante. El viernes, el ministro Luis de Guindos ya apuntaba que se avecinaba una reforma laboral "extremadamente agresiva". Y ahí el PP, las cosas como son, no mentía. Ha sido una reforma agresiva. Agresiva para los trabajadores. Otra vez.
La reforma laboral nos la venden como imprescindible, a pesar de que ni el gobierno cree que va a solucionar el problema del paro en el primer rato. También, la derecha mediática nos dice que es "histórica". Y tienen razón. Por vez primera en toda la historia de la democracia española se ha hecho una reforma laboral sin informar ni consultar a los agentes sociales. Bueno, al menos, sin consultar a los sindicatos. Porque en vista del contenido, a la patronal parece que sí la han escuchado. Los sindicatos no han importado a la hora de hacer la reforma ni parece que vayan a importar mucho en adelante, ya que el gobierno ha debilitado el peso de éstos y de los trabajadores en la negociación colectiva en favor de la empresa.
El ejecutivo ha propinado una bofetada "extremadamente agresiva" a los trabajadores, abaratando el despido improcedente (con indemnizaciones de 33 días por año en lugar de 45, reduciendo así éstas en un 27%) y facilitando el despido objetivo (20 días en lugar de 45 -una indemnización menor del 60%-, también para empresas sin pérdidas, ya que basta con que sus ingresos hayan disminuido durante tres trimestres consecutivamente).
En las mismas informaciones en las que el PP anunciaba en sus canales oficiales que no quería abaratar el despido, también apuntaba que deseaba crear empleos indefinidos. Gracias a las ayudas a los emprendedores, éstos podrán obtener subvenciones para los primeros puestos de trabajo que creen. Ahora bien, si la empresa decide despedir al trabajador en el primer año, le saldrá gratis. Esto no hará más que alargar los periodos de prueba pero no creará ese anhelado trabajo indefinido.
Por último, cuando hace días la nueva alcaldesa de Madrid, Ana Botella, decía que harían falta voluntarios para ocupar ciertos trabajos, la gente se lo tomaba a mofa. Pero Rajoy se lo ha tomado más en serio. Ahora habrá voluntarios-forzosos (admítase en contrasentido). Las personas que cobren el paro tendrán que hacer servicios a la comunidad. Si bien esto podría ser positivo para evitar que, en algunos casos, se combinen los subsidios con la economía sumergida, también puede repercutir en la pérdida de los puestos de trabajo de quienes ahora realizan esas actividades.
España ya ha realizado 52 reformas desde que en 1980 aprobase el Estatuto de los Trabajadores y ninguna de ellas ha acabado por crear empleo. En todo caso, es una paradoja de mal gusto que quien dice desear crear empleo apueste de manera tan "extremadamente agresiva" por facilitar su destrucción, propinando una bofetada tan seria a la clase trabajadora. Otra vez.

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