Limpiar

Carga contra una peligrosa persona con discapacidad.

Fueron a limpiar. Pero no llevaron camiones de basura, sino furgones policiales y helicópteros. Tampoco llevaban escobas ni fregonas. Bien sabido es que las porras y los escudos son más efectivos. También decían que había fútbol. Se trataba de un partido que se jugaba en otra ciudad y otro país pero iba a hacer que las gentes se echaran a la calle. Y, como en todo en la vida, siempre ha habido clases. Incluso en las masas. Vale más una muchedumbre, en la que algunos individuos van a provocar actos vandálicos, que se manifiestan por un resultado de fútbol, que otra, que no ha provocado un solo altercado, que se concentra para demandar sus derechos. Mejor dar vía libre a que se produzcan destrozos de mobiliario urbano que dársela al movimiento reivindicativo más higiénico que se haya visto. 

Cinco Mossos piden educadamente a un acampado que se vaya.

Como jefe de los basureros actuó el Consejero de Interior catalán, Felip Puig, que, quizá crecido ante sus últimos resultados electorales, creyó estar legitimado para ordenar a sus basureros, en esta ocasión enfundándose los uniformes de los Mossos d’Esquadra, a limpiar la plaza de Catalunya a golpe de porrazo, provocando, al menos, un herido grave y múltiples heridos leves y ofreciendo al mundo un ejercicio de violencia atroz, desmedida y gratuita. Quienes decían ir a limpiar, acabaron actuando de modo tan violento como sucio y apestoso. Lo único limpio fue la reacción de los ‘indignados’. Ni un solo conato de agresión. Un aguante estoico. Pacifismo. Limpieza. La reacción pacífica de los concentrados en Barcelona, igual que la Áhimsa que predicaba Gandhi, no hizo caer el movimiento, sino que lo dotó de más fuerza y más adeptos. 

Cuando se cuelga este texto, ya son más de 58.000 personas las que demandan a través de internet la dimisión del Consejero Puig. Más de 58.000 personas que creen que aunque Puig abogue por la limpieza y se duche todos los días, en realidad apesta.