Garzón: es sospechoso

La mayor trama corrupta de la historia reciente española debe estar de enhorabuena. Han sentado en el banquillo de los acusados antes al juez que desveló la trama que al principal de los artífices de la misma.

Esta circunstancia es tan enervante en apariencia como en el fondo. El juez Baltasar Garzón se enfrenta a entre 17 y 20 años de inhabilitación por la interpretación de una ley, mediante la cual, se permitieron grabar conversaciones telefónicas entre los imputados en la Gürtel y sus abogados. Y si bien es aceptable que se diga que la ley que regula estas escuchas es ambigua, lo que es irrefutable, y da lugar a la sospecha, es que en ninguno de los juicios contra Garzón existe acusación de una fiscalía que dice que sí se pueden realizar esas escuchas y que la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y del propio Supremo así lo ratifican. Sin ir más lejos, estas mismas escuchas se produjeron en el caso del asesinato de Marta del Castillo y, por supuesto, el juez no ha sido imputado.

Este caso de Garzón es sospechoso por lo apuntado arriba y por quién está detrás de esta querella, pero también es un caso curioso. Y basta con hacer comparaciones recientes. Garzón se enfrenta a unas dos décadas de inhabilitación. Mientras tanto, un juez que llama “putas” a las madres solteras, “maricones” a los homosexuales que se casan, “gentuza” a los inmigrantes y veja a sus empleadas, se limita a pagar 3.000 euros; otro que es sobornado sólo es apartado temporalmente; y a un tercer juez, relacionado con la represión del franquismo, que lleva pistola y la desenfunda si tiene problemas en la carretera, está en el Constitucional.

Como hay que tener respeto por la justicia, no diré que ésta es sectaria ni que Garzón está sufriendo una persecución ideológica. Sin bien, todo esto me parece susceptible de ser sospechoso.