jueves, 26 de enero de 2012

Honores

Nada más conocerse el veredicto de que Francisco Camps era declarado “no culpable”, María Dolores de Cospedal se apresuraba a lanzar la pregunta de quién iba a restituir el honor del expresidente de la Generalitat. Y, ciertamente, es difícil saberlo. Porque si bien es cierto que cinco de los nueve miembros del juzgado popular decidieron que Camps no había recibido regalos debido a su cargo, no lo es menos que ese juicio ha dejado grabaciones que rallan con lo bochornoso y que son éstas las que han puesto en entredicho el honor del ‘molt honorable’.
En los archivos quedarán los agradecimientos de Camps y su esposa a El Bigotes por los regalos, las peticiones de caviar de Ricardo Costa o los más de 7 millones de euros de dinero público en contratos engordados para el “amiguito del alma”, como llamaba Camps a El Bigotes, a pesar de haber dicho previamente que no le conocía de nada.
El honor de Francisco Camps quedará aún en entredicho porque mintió y porque aún tiene el juicio por la financiación ilegal de su partido, del cual era máximo responsable.
En todo caso, si Cospedal está tan preocupada por su honor, quizá lo más sensato hubiese sido no presionarle para que se declarase culpable en su día (Camps lo iba a hacer, igual que hicieron Campos y Betoret, pero se arrepintió en el tiempo de descuento). Y, llegados a este punto, lo suyo sería devolverle su puesto como presidente de la Comunidad Valenciana, algo posible porque abandonó el cargo pero no su escaño. Dudo que eso pase, aunque veremos dónde le colocan.
A la altura del honor de Camps quedará el honor de una justicia que ha querido juzgar al expresident sólo por los 12.000 euros en trajes y no por los contratos con El Bigotes y que probablemente a quien sí acabe por condenar sea al juez que destapó la Gurtel.
Como ciudadanos ejemplares, tendremos que respetar las decisiones de la justicia. Si bien, no estaría de más que algún día la justicia comenzase a respetarse a sí misma.

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