Tal cual. Yo he pertenecido a una organización criminal. Ignoraba que era así, pero estaba dentro. Jamás he matado a nadie ni ayudado a hacerlo, tampoco he hecho pintadas en las calles, ni he atentado contra el mobiliario urbano y ni siquiera he tenido un enfrentamiento directo con alguien de las fuerzas del orden. Pero he hecho cosas iguales, quién sabe si peores. Sí, he estado alguna vez sentado en una plaza con más gente, en una concentración no autorizada. Y para tales citas me convocaban mediante e-mails y redes sociales y puede que yo, no sé si activa o pasivamente, compartiera algún mensaje y/o enlace.
Ignorante de mí, pensaba que estaba protestando pacíficamente por las injusticias del sistema y aportando un pequeño granito de arena para tratar de acabar con ellas. Pero no, estaba atrapado en las redes de una organización criminal.
Yo desconocía que era un aprendiz de terrorista pero comencé a sospechar algo cuando oí a
Federico Jiménez Losantos decir en la radio que hablábamos como etarras y a su amigo César Vidal explicar que manteníamos contacto regular con ETA y habíamos recibido entrenamientos de guerrilla urbana con Segi. De mis reuniones con ETA y Segi no tengo recuerdos pero, como también decían que allí nos juntábamos a emborracharnos y drogarnos, pues supuse que los entrenamientos de guerrilla urbana me pillarían en el punto álgido del colocón y de ahí mis lagunas.
Pero si lo anterior eran ligeras sospechas, ahora ya lo tengo claro: definitivamente, yo estuve dentro de una organización criminal. Si el actual gobierno del PP, auténticos defensores de la patria y de esa nación llamada España, lo dicen y legislan en ese sentido, yo así lo creo. Las
anunciadas reformas del Código Penal, de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y de la ley orgánica de protección de la seguridad ciudadana, así me hacen afirmarlo. La resistencia activa o pasiva es atentar contra la autoridad y difundir convocatorias de concentraciones ilegales por Internet es un delito de integración en organización criminal. Es evidente, he delinquido. Además, provocar altercados en la calle es lo mismo que la kale borroka. Yo, que ignoraba tantas cosas, también pensaba que los participantes en reuniones o manifestaciones que causaban daños ya respondían por ello, según el
artículo 4 de la Ley Orgánica 9/1983, pero se ve que también yo estaba confundido.
El caso es que, pensando en leyes, me acordé de una que dicen que es importante. Me refiero a ésa que suelen pronunciar muchos políticos para defender sus posturas, llenándose la boca con el término cuando lo hacen, pero que, al rato, no les importa ignorar y utilizar algunas de sus páginas como papel de váter. Sí, sí, me refiero a la Constitución. Pensaba que era la ley suprema y que contenía un
artículo, el 21, que reconocía el derecho a la reunión pacífica sin autorización previa, sólo pudiendo prohibirse en caso de peligro para personas o bienes. Pero dada mi ignorancia y que estoy en internet, no voy a seguir, que igual me busco otro lío.
El caso es que sí, he pertenecido a una organización criminal. Que me detengan.